Las encuestas sí existen

Aquí les dejo mi primera columna de opinión,
que seguirá publicando semanalmente en elclavo.com.
Pronto publicaré textos exclusivos para el blog.



El fin de semana pasado comprobé que el mito de las encuestas es una realidad. Como cosa rara, este viernes estaba de visita donde mi abuela, cuando de repente sonó el teléfono. Eran las tres de la tarde y mi paso por el apartamento sólo tenía como excusa recoger un libro, sin embargo ante la insistencia del teléfono y la ausencia de alguien más para contestar, levanté el auricular y atendí la llamada. Al otro lado de la línea estaba una mujer con voz de recepcionista de hospital, de esas que tienen un tono cantadito, preguntando por mí. De la intriga que me producía saber por qué me llamaban a esa casa, pasé a la sorpresa cuando me dijo: “… lo llamamos para hacer un sondeo de opinión sobre política. ¿La opinión que usted tiene sobre el presidente Álvaro Uribe Vélez es favorable o desfavorable?”, en ese momento, salté de la emoción, pues era la primera vez que me encuestaba e iba a ser responsable de bajar un poquitico los niveles de popularidad de Uribe, al contestar, con voz gruesa y segura: “Mi opinión es MUY desfavorable”.

De ahí, siguieron varias preguntas sobre los seis candidatos presidenciales (pobre Devia, Calderón y Araújo, ni en las encuestas telefónicas los incluyen) donde averiguaban qué pensaba de ellos, de sus propuestas y por quién iba a votar. De nuevo me emocioné al contestar que sería por Mockus. Luego de todas las preguntas, que no tardaron más de cinco minutos, me invitaron a una charla al día siguiente sobre el sondeo que me acababan de hacer, para analizar cómo ha sido la aceptación de las campañas de los candidatos en personas del común. Acepté con gusto la invitación y las condiciones que la mujer me advirtió, pues me dijo que no podía decir que trabajaba como periodista, sino que era simplemente Ingeniero Electrónico “independiente” —por fin mi carrera me servía de algo— y que debía estar el sábado, un día antes de las elecciones, a las 3:40 p.m. en el Hotel Intercontinental de Cali.

Cuando terminé la llamada, todavía me temblaban las manos de la felicidad de haber respondido con toda honestidad —por fin entiendo un poco cómo se siente Mockus después de cada entrevista—. Unos segundos después, me asaltó la siguiente duda: ¿por qué un día antes de las elecciones alguna firma, que no me quisieron dar el nombre, haría una encuesta y para qué, si ya no lo podían publicar? No quedaba otra que ir y averiguarlo.

Nos ubicaron en un pequeño salón a diez personas con una de esas psicólogas que no paran de sonreír y que logran mantener todo el tiempo el tono de voz cantadito de recepcionista. Estoy seguro que fue ella misma la que me había llamado el día anterior. Después de saludarnos, aclaró que no era una reunión para persuadir nuestra intensión de voto, sino un encuentro para escuchar nuestras opiniones sobre cómo están funcionando las publicidades de los candidatos (aunque a esa altura de las elecciones ya no tenía sentido). Luego de pasadas dos horas, donde nos habían bombardeado solamente con publicidades de Juan Manuel —confieso que el trabajo de JJ Rendón casi logra sensibilizarme—, me di cuenta que estaba participando en un sondeo mandado a hacer por la campaña de Santos. Curiosamente, la mayoría del grupo confesó que votaría por Mockus, tal como yo lo había hecho un día antes por teléfono, y defendió a capa y espada su voto. Sin embargo, debido a nuestra inocencia sobre las verdaderas intensiones de la reunión, les dimos muchos tips de porqué la publicidad de Mockus sí llegaba a la gente (por lo menos a los que estábamos ahí) y por qué nadie le creía a Santos cada vez que daba discursos, a pesar de estar bien preparados.

Al salir de la reunión, con un bono de $30.000 como regalo por haber asistido, el cual terminé dándoselo a mi abuela, iba pensando en que ya podía decir que las encuestas sí existen y que hay campañas que las mandan a hacer para cuadrarla a su amaño. Por eso, no me sorprendió tanto la enorme votación que tuvo Juan Manuel Santos el pasado 30 de mayo, pues si fue capaz de utilizar conejillos de indias verdes para mejorar su publicidad, qué tanto habrá hecho para convencer a votantes de poner una cruz en la cara de él y de Angelino. Una cruz que ojalá no vayamos a tener que cargar los próximos cuatro años.

2 comentarios:

El Marqués de Carabás dijo...

Un primer testigo fiable de que las encuestas sí las hacen: qué bueno saberlo.

Pero por lo que cuentas, sería una lástima que lo que tú y los demas Verdes dijeron se tiñera de otros colores.

A mí me entrevistaron por teléfono una vez, pero fue un estudio de mercado de varios productos comerciales. Y no me pagaron y estuve casi 25 minutos al teléfono. Pero la hice, también, a conciencia. Como debe ser.

Cristhian Carvajal dijo...

Qué bueno verte de nuevo por acá Darío...

Ahora toca esperar a ver qué nuevas estrategias siguen en esta contienda electoral.

Saludos...