Sangre añeja, venas nuevas

3:00 a. m. Entro y salgo del sueño para ver las imágenes de mi desvelo.

No sé cuantas veces he vivido esto contigo, pero confieso que me sigue gustando. Desprecio. Lujuria. El mismo sentimiento revuelto en la cama. Me gusta ver tus ojos de agua lamiendo mis entrañas. Me gusta esta posición de poderío que te hace sentir humillada. Me gusta tu deseo. Odio tu dolor.

- ¿Sabes algo mi amor?, me encanta este momento.

A mí no. Prefiero entrar y salir sin preguntar. Saltar del momento para matar lo que fue y, hacer de esto un simple recuerdo. Recuerdo que me ayuda a saber lo que fui, pero que nunca me ha impedido seguir sin tí. Vete, vete ahora que ya me cansé de este plato insípido lleno de silicona y hormonas. No eres lo que imaginaba y no sabes a nada.

- Fue maravilloso…Te amo

¿Maravilloso? ¿Te amo? ¡¿Pero qué es lo que tenés en la cabeza?! Esto fue sólo sexo y, del más sucio… ¡Que maravilla! Si, tenés razón, aunque la razón no implica verdad y mucho menos decisión. Y mi decisión Mariana, es dejar el placer. Dejarte para siempre.

- Mi amor, me llamas ahora cuando llegues a casa.

Vuelvo a mi estación. A mi paradero viejo. Al lugar en donde espero encontrar esa verdadera maravilla que implica el amarse y el desease hasta no poder más. Utopías que creen vivir los enamorados, pero que no sirven para vivir. Amor al que se le escribe y que no agradece.

Añeja mi sangre, para cuando tengas el paladar bien afinado y puedas catar las gracias de mi amor. Mientras tanto, púdrete en tú felicidad incierta de esperar en él lo que yo te puedo dar.

Adiós a ti. Adiós Delirio

Ayer no tuve un buen día. Estuve pensando mucho en ti y no supe donde estabas. Sigo añorando los días en que me acompañabas a estar sola. Días en que yo escuchaba el mar y tú fingías percibirlo. Tiempos aquellos en que estabas solo, pero conmigo. ¿Cuándo será que vas a volver? Ahora te vas y no es ahí, no es a mi lado, no es al bar, no es temporal.

Recuerdo la camisa deshilachada y esos converse rosados que tanto me encantaban; esa sonrisa que iluminaba mis días y esa llamada diaria de España que me enloquecía. No es que te extrañe; nunca te he tenido. No es que me muera por tu olor; nunca lo he suspirado. Simplemente me acostumbré a la ilusión de no estar sola porque existes.

Yo, una desequilibrada inmadura que juega con tus canas de viejo decrépito. Tú, un ciego estúpido que no sabe apreciar la belleza. No ves lo mucho que cambié. No ves lo valioso de mi experiencia. No ves mi edad. No ves nada.

Sé que ahora no te parecen delirantes nuestros lugares y que soy insoportable cuando el mar está cerca. Pero, dime cuánto sabes de mí… ¡Ni mierda!, eso también lo sé. Entonces, por qué putas te vas sin comprar mi corazón y sin llevar en esa bolsa un poco de mi razón. Atrévete a hablar, no dejes de decir lo mucho que me deseas. No me desilusiones. Este juego de imaginar toda una vida sin conocerte, me tiene sonrojada y, muy probablemente, con cara de estúpida.

- Son $43.500 caballero… Con mucho gusto y recuerde que es un placer atenderlo. Mi nombre es Mariana, que tenga una buena tarde.

Adiós Delirio. Nuevamente te vas. Hoy en un cuerpo anciano, mañana quizá en una hermosa colegiala que trae su ‘inocencia’ bajo la falda escocesa que tanto te hechiza.

El viento y las cenizas

Es una historia del pasado. Es un pasado que no se ha ido, no porque haya retornado el recuerdo, si no porque no ha pasado. Es la tragedia de un amigo que por estúpido optó seguirla, aunque él mismo sabía, cuan difícil es soltarse cuando uno es masoquista.

Duele, duele mucho el dolor ‘ajeno’, más si en realidad es de alguien que no es ajeno. Sin embargo, parece que la razón obedece a la experiencia en carne propia y, que los maltratos de la vida deben vivirse, sentirse, sufrirse, para luego decir: “Qué mamera parce, ¡achk!”.

Lo curioso de escribir sobre el dolor, es que se puede hacer tranquilamente cuando estás al lado del camino. Se hace más fácil pensarlo y decirlo, pero de igual manera se hace muy difícil reconocerte en el espejo de él. Ese espejo que refleja lo que vos mismo has sido, lo que vos mismo estás pensando hacer. Es soñar con que las cenizas de algo que se quemó, vuelen con el viento, para decir: “Se acabó”.

Pero no se acaba, no como uno cree. Es una canción que durará por siempre, porque así la queremos oír, una canción con dolor, una canción sin fin. Y es inevitable cantar, pero quisiera que él cante para otro público, con otro color y con otra melodía.

Inténtalo. Es bueno arriesgar.

Crimen Ferpecto


Título original: "Crimen Ferpecto"
Director: Alex de la Iglesia
Guión: Jorge Guerricaechevarría y Alex de la Iglesia
Dir. fotografía: José L. Moreno
Género: Comedia
España, 2004.







Si algo anhelo al entra a una sala de cine, es encontrarme con una película que me entretenga -a diferencia de lo que podrían pensar los críticos “mamertos” de cine, que no pueden ver una película si no es de un gran valor artístico-. Esto no quiere decir que no ame el otro tipo de películas, las ‘intelectuales’, sino que me conformo con que, el arte del entretenimiento cumpla con su función; entretenerme. Y, por supuesto, ir a ver a Alex de la Iglesia, es ir a ‘cagarse’ de la risa toda la película, es decir, a entretenerse como loco.

Crimen Ferpecto es una película que interactúa con el espectador, al punto de hacerlo cómplice de los desquiciados planes de Rafael (Guillermo Toledo) y voyerista de todas sus relaciones. Cuenta con dos narraciones, una que se le hace al espectador, en donde Rafael nos comenta de su vida y planes frente a la cámara. La otra, es la que narra las situaciones que se viven en el ‘mundo’ de Rafael y la tienda Yeyo’s, en donde se desenvuelve todo el inverosímil suceso del asesinato accidental de Don Antonio, del cual el único testigo fue Lourdes, una horrible trabajadora que aprovecha su complicidad, para hacerse con el galán y convertirlo en su esclavo.

El humor negro de la película supera la verosimilitud de la misma. No importa que pasara con la resolución del asesinato. No importa si en la realidad pueda suceder algo tan complicado como asesinar y, tan cómico como desaparecer las evidencias. No importa si se burla del espectador o con el espectador. Lo importante es que, nada de eso importa, porque es humor y cumple con su función, hacernos reír.

Alex de la Iglesia nos ha acostumbrado a ese tipo de propuestas en donde juega con la cámara, con los personajes, con la fotografía y hasta con nosotros, quienes seguimos asistiendo fielmente a sus películas ferpectas.