Del tijeretazo de Rosario

Cuando me fui a ver la última película colombiana en cartelera – Rosario Tijeras – me toca confesar que lo hice en dos ocasiones. No porque la película fuera difícil de entender o porque me hubiera encantado tanto para repetirla, sino, porque la primera vez, me llevé una gran decepción al enterarme de como habían transformado la novela de Jorge Franco en esa historia, que poco tenía que ver con lo muy bien narrado por el paisa. Sin embargo, en una charla con un gran amigo, donde yo le comenté mi mala impresión frente a esta película y mi reniego por el boom que los malditos paisas habían hecho para tan poco, me recomendó repetírmela desapegado del libro y apreciar simplemente la adaptación que propusieron, en donde por supuesto habían errores de narración, pero de igual manera habían varias escenas muy buenas, que rescataban la película. Es así como llegué a vérmela por segunda vez.

En esa ocasión declaro que fue difícil no estar prevenido y desde la primera escena en la que sonó el disparo que mataría a Rosario, me mortifiqué pensando en el personaje que lo hace en el final, pues los lectores de la novela, sabíamos que no podía ser él. Luego respiré profundo y alejé mi concentración del libro para disfrutar de la adaptación de Rosario Tijeras en el cine. Durante esta proyección me entretuve más que la primera vez y por varias ocasiones me dejé llevar por el drama de amor-impotencia de Antonio (excelentemente interpretado por Unax), la comedia de la idiosincrasia colombiana, al momento del pre-entierro de Johnefe y la repugnancia que produce la violación de Rosario, la cual se mostró con una metáfora del padrasto hurgando en un huevo, escena que a mi parecer es la más bella de todo el filme.

De igual manera en esta ocasión ya no me parecieron malas las interpretaciones de los actores principales, porque viendolo bien, cuando exigieron a Flora Martínez a ser mala, como en el momento en que va a matar al asesino muerto de su hermano, lo hace muy bien, además el “niño bien” interpretado por Manolo Cardona fue muy natural y ni hablar de Antonio, que como lo dije antes fue impecable. El problema que realmente yo creo haber detectado en la primera vez no fueron los actores, sino más bien, una falla en la dirección de ellos y la intención que se le quiso dar, donde nunca se mostó la demencia que producía Rosario a sus amantes, la tensión del momento que se vivía en Medellín por esa época y la mala relación que existía entre Rosario y su madre - muy bien interpretada por Alejandra Borrero-, quien a propósito se sintió defraudada por lo que vio en la pantalla, al afirmar en una entrevista “…dónde quedó la película que filmé, para la cual me preparé mucho…”.

Al salir del teatro después de repetirme Rosario, me quedó un sabor no tan amargo de esta realización colombiana. Ya que no se puede criticar la adaptación solamente, porque haya sido un poco alejada de la novela, pues lo mismo sucedió en su momento, cuando Kubrick adaptó Lolita; película que no tenía nada que ver con el libro, pero que después fue considerada una gran obra para el cine. Guardando las proporciones, espero de todo corazón que la historia se encargue de Rosario de la misma forma que lo hizo con Lolita.