¿Qué ha pasado con el cine colombiano en 2010?

Artículo publicado recientemente
en la edición 53
de la Revista El Clavo
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Durante los dos últimos años, la producción de películas colombianas tuvo un pico interesante en la cantidad de filmes realizados en el país. Este hecho, clave en la conformación del cine colombiano y la tan nombrada Industria Cinematográfica —que todavía está lejos—, ha tenido una fuerte caída en el primer semestre de este año. Si bien el 2008, con trece películas criollas proyectadas, tiene hasta el momento la medalla de oro al año con más estrenos, el 2009 no se quedó atrás al exhibir doce (incluido el documental El retrato de mi padre). Entonces, ¿qué está pasando ahora? ¿Por qué no continuamos con el ritmo? ¿Será que se está acabando la gasolina de las productoras?

Al iniciar el año, la lista de películas para estrenarse llegaba a veinte, sin embargo, hasta el momento han rodado por las salas sólo cinco, de las cuales tres son coproducciones con países como Perú, Panamá y Costa Rica. Ésta, es una de las razones de los pocos títulos colombianos en cartelera, pues normalmente en una coproducción, el país invitado es el que más inyecta capital. Hecho que le permite organizar el circuito de exhibición, donde primero se viaja a países con festivales, que llena de insignias las cintas, con las que llegan a su país, para luego ir por el público colombiano. Requisito que tienen, no sólo las empresas distribuidoras, sino el imaginario del espectador: entre más premiada sea la película, más vale la pena invertir en la boleta.

Ahora bien, las películas made in Colombia, que son rodadas completamente en el país, con el sudor y bolsillo de compatriotas, la tienen más difícil. Pues, en el proceso de producción de cada cinta hay el mismo problema: no alcanza el billete para la postproducción y exhibición. En Colombia, por una parte, la mayoría de los estímulos destinados para el cine se concentran en la preproducción y rodaje, pero son bien pocos los fondos destinados para llevarla a la pantalla grande. Por otro lado, las empresas de exhibición del país, no está teniendo buenos dividendos de estos filmes, es decir, hasta el momento, no es un buen negocio.

Frente a este panorama, no sorprende que la tendencia sea la caída de las producciones. Nadie podrá competir con los requisitos mencionados, a menos que la bolsa de dinero para la postproducción aumente o se eduque al espectador, como lo propuso Óscar Ruiz Navia (El vuelco del cangrejo) durante un cine foro que se hizo en Bogotá, sobre su ópera prima. En ese orden, sería mejor apostarle a lo segundo, pues ya es mucho cuento que exista una Ley que permita rodarlas.

Hay que educar y entender los gustos del espectador, quien siempre está dispuesto a divertirse y dejarse llevar por una buena historia. Todavía la balanza se inclina por el entretenimiento —cosa que tiene bien clara Dago García, cineasta que, durante la última década, ha hecho una película cada año—, por eso, el reto es llenar de buenas historias e identidad al cine colombiano.

El camino no es inundar de cintas que duren una semana en cartelera y ya. Lo ideal será celebrar dentro de poco el pódium del año con películas colombianas que tuvieron más de cinco millones de espectadores, así sea que se estrenen seis al año.

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