Desaliento

Para seguir con el cuento de la poesía,
aquí una de mi autoria.
Juzguen ustedes.



Luego de una buena noche
el cansancio se apodera del lugar,
las piernas no responden,
las manos tiemblan,
el aire falta.

El desorden de la habitación no importa
ya no hay a quien reprocharle.
Levantarse no tiene sentido
pero se hace necesario para huir.
Hay que volver a la cotidianidad, al trabajo, al día.

De nuevo llega la noche,
el cansancio no hace parte del lugar,
las piernas te tiemblan
mis manos se hunden,
quedas sin aliento.

Luego de otra buena noche
la comunicación se distorsiona.
No te entiendo.
No te siento.
Debe ser el teléfono que ya no tiene tono...

1 comentario:

Jessica Paola dijo...

Como bien lo dijo un amigo: La monotonía mata y sepulta propósitos. Los deseos, provenientes de lo más profundo de nuestro lado afectivo, son aplastados por los intereses racionales de una sociedad que no da espera. Olvidamos eso que queríamos ser: nos convertimos, inevitablemente, en algo que nunca pensamos, pero que no nos cae tan mal. Somos nosotros mismos, después de todo.

Recobrar el propósito, esa es la cuestión.